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https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/4/4c/Batalla_de_Arroyo_Grande.jpg |
poder posible. Mientras tanto, los federales rosistas se preparaban para la revancha.
En definitiva, Ferré terminó poniendo el mando del ejército de Corrientes en manos del
general Manuel Vicente Ramírez y Paz aceptó gobernar Entre Ríos, ofrecimiento hecho por los mismos enterrianos que, como seguían siendo federales y partidarios de Rosas, temían quedar a merced del ejército correntino. Por esta razón, Ferré y el resto de los correntinos lo dejaron completamente solo, excepto un batallón de negros y una pequeña
fuerza armada con prisioneros de Caá Guasú. El aliado uruguayo, Fructuoso Rivera, también colaboró lo menos posible. A partir de ese momento, cobraron coraje los federales entrerrianos y tanto Ferré como Paz debieron abandonar Entre Ríos. Los intentos posteriores de Paz de hacerse cargo nuevamente del ejército de Corrientes fracasaron. Como un intento final de enfrentar adecuadamente la batalla que se acercaba, Ferré se reunió en Paysandú con Rivera, Paz y el ex gobernador de Santa Fe, Juan Pablo “Mascarilla” López, a mediados de octubre de 1842. Una vez más, no hubo acuerdo con Paz que deseaba concentrar en sus manos el poder político y militar, por eso éste se retiró. En definitiva, quedó Rivera a cargo de la guerra por completo. El ejército correntino abandonó su campamento de Villanueva, bajo las órdenes del General Ramírez, uniéndose en proximidades de Gualeguay a los uruguayos de Rivera y algunos
brasileños de Río Grande do Sul. El 6 de diciembre de 1842, ambos ejércitos se encontraron en territorio entrerriano, en el sitio llamado Arroyo Grande, donde Manuel Oribe, general de Rosas, se había fortificado. Los efectivos eran aproximadamente los mismos, unos 8.000 hombres de cada lado. Los federales tenían un mando unificado, grandes jefes como Oribe además de soldados disciplinados y con gran experiencia de combate; sin embargo, las fuerzas de Rivera eran un conjunto muy desparejo, con jefes de segunda fila, incluido él mismo, que nunca había tenido a sus órdenes tantos hombres.
Faltaba el único que podía haber conseguido otra victoria: José María Paz.
La ambición de Paz fue la causa de la derrota. Todos los historiadores coinciden en que
Arroyo Grande fue la batalla más sangrienta y peleada de las guerras civiles. Después de lo sucedido, el ejército de Corrientes se dispersó y cada uno de los derrotados sólo pensó en su salvación y la de sus familiares. Por temor a la venganza de los
vencedores, se desató un caos incontrolable, numerosos pedidos de dinero y auxilios para huir del país llegaban a Ferré. Ante esta situación, Ferré presentó su renuncia, recomendando que se designara a la principal figura rosista de la provincia, el ex gobernador Pedro Dionisio Cabral, y luego huyó con su familia al Paraguay, radicándose después en San Borja (Brasil) donde para vivir tuvo que volver a dedicarse a su
oficio de constructor de canoas. La ambición de Paz fue la causa de la derrota. Todos los
historiadores coinciden en que Arroyo Grande fue la batalla más sangrienta y peleada de las guerras civiles. Después de lo sucedido, el ejército de Corrientes se dispersó y cada uno de los derrotados sólo pensó en su salvación y la de sus familiares. Por temor a la venganza de los vencedores, se desató un caos incontrolable, numerosos pedidos de dinero y auxilios para huir del país llegaban a Ferré. Ante esta situación, Ferré
presentó su renuncia, recomendando que se designara a la principal figura rosista de la
provincia, el ex gobernador Pedro Dionisio Cabral, y luego huyó con su familia al Paraguay, radicándose después en San Borja (Brasil) donde para vivir
tuvo que volver a dedicarse a su oficio de constructor de canoas.
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